El célebre geógrafo escocés Alexander Dalrymple, uno de los defensores de la existencia de un continente austral, se propuso a la Royal Society como la persona que reunía los méritos necesarios, siempre y cuando se le concediera el mando absoluto de la misión con una comisión provisional como capitán en la Armada. Armada con una sólida formación científica, miembro de la Royal Society y del comité para el Tránsito y que había intervenido en el desarrollo del sextante y del cuadrante, pero al parecer rehusó.