Carvajal se pegaba en todos los sentidos y por todas las partes del campo con Mandzukic, mientras que Modric e Isco intentaban encontrar la pelota para ser ellos quien marcasen el ritmo. El Madrid consiguió mover la pelota y a tener ocasiones, pero se encontró con lo que creía que había dejado atrás: la mala puntería. Ronaldo no atinaba, Bale no aparecía y Buffon sacaba una mano milagrosa para quitarle a Isco el tanto que hubiese tranquilizado todo.